giovedì 12 dicembre 2019

Neida Vila Lago




Después de tres años y medio trabajando en cooperación inicie un voluntariado con la Fundacion Sementes de Esperanza. Mi trabajo hasta el momento fue en el sector de la agricultura y con campesinos en los distritos del interior de la provincia.
Dada mi experiencia tanto profesional como personal uno de los trabajos a realizar fue crear una huerta en el centro de Alemo y por otro lado, dar apoyo en refuerzo escolar a niños del Lar.
Conocía desde hacía tiempo el trabajo de la Fundación, pero no sabía hasta que punto el trabajo que hacen es imprescindible. Me refiero a todos los proyectos que tienen tanto con personas con Lepra (centro de Alemo) como personas con diversidad funcional (Casa Azul). Donde la prioridad es darle visibilidad a esas personas, a las enfermedades que padecen y sobretodo hacer participes a las familias y a la comunidad.
En el lar fue donde más tiempo pasé y a mi parecer es uno de los proyectos con niños con mayor impacto que vi en Cabo Delgado. Muchos niños aquí andan siempre por la calle, algunos no van a la escuela y otro muchos se dedican a pedir dinero. El Lar es un centro donde los niños después de ir a la escuela se van allí, pasan el día con refuerzo y actividades extraescolares. Acompañados de un equipo de educadores y donde se les transmiten valores, derechos, educación y obligaciones. Sencillamente esta fórmula me encantó porque todos ellos vienen de familias con muy pocos recursos en el que su destino está marcado y pre-escrito. Entrar en el Lar es una oportunidad para cambiar ese destino, para jugar pero no para pedir limosna, para aprender pero sobre todo para tener la inocencia de ser niño y no las responsabilidades de un adulto.
A los niños del Lar los defino como NIÑOS, como inocencia, como juego, como sonrisa, como oportunidad, como esperanza…
Casa Azul y Alemo lo defino como visibilidad, como dignidad, como fuerza, como poderío, como re silencia, como esperanza…
A la Fundación la defino como implicación, como trabajo, como conocimiento, como empatía, como firmeza, como saber hacer, como vida, como esperanza…
A Mana Marta y a Mana Stefania deciros que sin vosotras esto no sería lo mismo. Os defino como respeto y admiración. Así lo transmiten los niños, los beneficiarios de la fundación y así también, lo veo y lo siento yo.
Gracias por darme la oportunidad de conocer vuestro trabajo desde dentro.

                                                                     Oshukuru

Neida Vila Lago: española residente en Pemba voluntaria de Junio a Diciembre 2019




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