Después
de tres años y medio trabajando en cooperación inicie un
voluntariado con la Fundacion Sementes de Esperanza. Mi trabajo hasta
el momento fue en el sector de la agricultura y con campesinos en los
distritos del interior de la provincia.
Dada
mi experiencia tanto profesional como personal uno de los trabajos a
realizar fue crear una huerta en el centro de Alemo y por otro lado,
dar apoyo en refuerzo escolar a niños del Lar.
Conocía
desde hacía tiempo el trabajo de la Fundación, pero no sabía hasta
que punto el trabajo que hacen es imprescindible. Me refiero a todos
los proyectos que tienen tanto con personas con Lepra (centro de
Alemo) como personas con diversidad funcional (Casa Azul). Donde la
prioridad es darle visibilidad a esas personas, a las enfermedades
que padecen y sobretodo hacer participes a las familias y a la
comunidad.
En el
lar fue donde más tiempo pasé y a mi parecer es uno de los
proyectos con niños con mayor impacto que vi en Cabo Delgado. Muchos
niños aquí andan siempre por la calle, algunos no van a la escuela
y otro muchos se dedican a pedir dinero. El Lar es un centro donde
los niños después de ir a la escuela se van allí, pasan el día
con refuerzo y actividades extraescolares. Acompañados de un equipo
de educadores y donde se les transmiten valores, derechos, educación
y obligaciones. Sencillamente esta fórmula me encantó porque todos
ellos vienen de familias con muy pocos recursos en el que su destino
está marcado y pre-escrito. Entrar en el Lar es una oportunidad para
cambiar ese destino, para jugar pero no para pedir limosna, para
aprender pero sobre todo para tener la inocencia de ser niño y no
las responsabilidades de un adulto.
A los
niños del Lar los defino como NIÑOS, como inocencia, como juego,
como sonrisa, como oportunidad, como esperanza…
Casa
Azul y Alemo lo defino como visibilidad, como dignidad, como fuerza,
como poderío, como re silencia, como esperanza…
A la
Fundación la defino como implicación, como trabajo, como
conocimiento, como empatía, como firmeza, como saber hacer, como
vida, como esperanza…
A
Mana Marta y a Mana Stefania deciros que sin vosotras esto no sería
lo mismo. Os defino como respeto y admiración. Así lo transmiten
los niños, los beneficiarios de la fundación y así también, lo
veo y lo siento yo.
Gracias
por darme la oportunidad de conocer vuestro trabajo desde dentro.
Oshukuru
Neida Vila Lago: española residente en Pemba voluntaria de Junio a Diciembre 2019